viernes, 31 de octubre de 2008

DESCRIPCIÓN IDEOLÓGICA POR FUKUYAMA

Fukuyama atribuye los inicios del neoconservadurismo a un grupo de intelectuales, estudiantes del City College de Nueva York entre las décadas de los treinta-cuarenta. En términos generales, Fukuyama, describe a los miembros de aquel grupo como procedentes de clase obrera e inmigrantes[1], a quienes el acceso a otras instituciones académicas como Harvard o Columbia no les favorecía.

Por su pertenencia de clase y en correspondencia con la crisis económica, los neoconservadores adoptaron ideas de izquierda–dice Fukuyama-. Se identificaban con los objetivos sociales y económicos de izquierda, pero diferían de ésta al denominarse anticomunistas. Esta autoadscripción, a su vez, los oponía a los liberales, quienes se identificaban con el espíritu libertario del comunismo. Pese a que diferían bastante de la derecha tradicional estadounidense, el profundo sentido anticomunista, parecía amistarlos.

De manera que la primera batalla de los neoconservadores[2] fue separarse de la izquierda estalinista durante los años de su formación; la segunda, fue la consolidación de la Nueva Izquierda que surge durante la década de los sesenta, nuevamente como respuesta a los movimientos “desestabilizadores” en oposición a la guerra de Vietnam y frente al desacuerdo de la intervención del Estado para regular las desigualdades sociales[3].

Es así como liderada por Irving Kristol –para entonces ya profesor universitario- y seguidores ‘neocons’ surge la publicación The Public Interest en 1965, de contenido crítico ante la política interior estadounidense, abordaba principalmente las repercusiones retorcidas que las políticas públicas benefactoras tenían en la sociedad, más no desde una simple opinión, sino tras revisión investigativa.

Así es como paralelamente, se funda The National Interest, la cual se encargaba de realizar, en la misma línea, análisis de la política exterior frente a sucesos como Vietnam, el afianzamiento de regímenes comunistas en La Habana, Hanoi, Pekín y Managua, y la expansión de la insurgencia en países latinoamericanos.

Mas no es The National Interest o sus fundadores, los que establecen el pensamiento de los neocons frente la política exterior, Fukuyama apunta principalmente la influencia de los conceptos de Leo Strauss y Albert Wohlstetter, así como la oposición al estilo de Kissinger.

A grandes rasgos se sintetizará los aportes de cada uno al pensamiento neoconservador. De Strass, extraen la importancia del régimen como máxima expresión institucional y medio de comprensión de la vida política en una sociedad. A lo largo de la Guerra Fría hasta la Guerra del Golfo, la estrategia militar se apoyó de las ideas de Wohlstetter.

Durante la Guerra Fría, Wohlstetter desarrolla la idea de la disuasión ampliada, la cual consistía en que la disuasión mínima como defensa ante ataques externos –URSS especialmente- ya no era suficiente, tras la proliferación nuclear. Bajo la teoría de primer y segundo ataque, esgrimía la hipótesis que un país podía anticiparse a un ataque, siempre y cuando tuviese la capacidad no solo de afrontar el contraataque, sino de vencerlo.

Wohlstetter no confiaba en medidas disuasivas de ataque al estilo de Kissinger[4] y le preocupaba que la aniquilación de ciudades, ya no resultara un disuasivo, más bien eran políticamente justificada. A raíz de sus apreciaciones, para la Guerra del Golfo, con apoyo del Servicio de Inteligencia y la creación de armas de precisión se logra mayor objetividad, modificando la naturaleza misma de la guerra.

Por último a diferencia de Kissinger[5], quien planteaba que los estados democráticos del mundo como EEUU debían aprender a reconciliarse con el poder soviético, los neocons sostenían que la democracia liberal era la forma de gobierno potencialmente universal y en los derechos humanos superiores a los establecidos en cualquier sociedad.

Para concluir, la posición de los neocons frente a las políticas de bienestar al interior, las políticas democratización y combate como estrategia de defensa al exterior y su reconciliación parcial con el libre mercado y el capitalismo, consolidaron su pensamiento al momento de la caída del régimen comunista 1989-1991, ante lo que asumen como un último elemento, el poder de los EEUU como compromiso moral de liderazgo hegemónico.


NEOCONS ¿Ideólogos o Políticos?

Basado en los cuatro principios que caracterizan al pensamiento neoconservador de acuerdo a Fukuyama se intentará problematizar su posicionamiento político y estableciendo, a la vez, vínculos con el contexto guatemalteco.

El primer principio, dice Fukuyama, es la creencia de que el carácter interno de los regímenes importa y la política exterior debe reflejar los valores más profundos de las sociedades democráticas liberales. Este concepto se puede abordar desde dos perspectivas, la de Tocqueville que indicaba que de acuerdo a las observaciones sobre los hábitos, costumbres y convenciones dentro de una sociedad era posible comprender su vida política, sus instituciones y en un sentido más amplio su régimen. Por otra parte, la filosofía política clásica –Platón y Aristóteles- sugieren que la fundación de nuevos regímenes puede conducir a nuevos modos de vida. Como conclusión, Strauss señala la importancia del cambio de régimen para modificar ciertos comportamientos, pero que ese cambio era extremadamente difícil de conseguir.

A juzgar a los EEUU a través de sus costumbres y su proyección en su política exterior, observamos la descripción de una sociedad violenta en la que 11 mil muertes al año son causadas por arma de fuego[6], la trascendencia de cultural se ha visto reflejada en el combate al comunismo y al terrorismo, durante la Guerra Fría y después de ella. ¿El invento constante de enemigos, no es populista? …pero viven en democracia!!!

Durante los siglos XIX y XX el Estado guatemalteco se caracterizó por la ausencia de una política exterior clara, estable y sostenible; la política exterior ha sido un reflejo de la política interna caracterizada por la inestabilidad y la falta de un proyecto político nacional que sobrepase los intereses de los gobiernos de turno y de la élite económica del país.[7] Se reconoce que es durante los gobiernos Arévalo-Guzmán, Guatemala tuvo mayor presencia en organismos internacionales, definió relaciones estratégicas bilaterales en congruencia con el proyecto de desarrollo nacional gestado en el imaginario nacional de la Generación 20[8]. El reto para el nuevo siglo es consolidar ese imaginario nacional resolviendo el asunto de la diversidad étnica que no fue abordado en forma incluyente, en aquel entonces.

La creencia de que el poder de Estados Unidos ha sido y puede ser utilizado con fines morales y que debe seguir implicado en los asuntos internacionales, constituye el segundo principio. En este sentido, habría que partir por definir el tipo de poder que ejerce EEUU, pero no es en eso que se desea incurrir aquí.

Para efecto de lo que compete, se retoma a Rawls en el concepto de poderes morales que se les atribuyen a las personas –en este caso naciones- que pueden ser participantes plenos en un sistema justo de cooperación social –ONU-; estos poderes son dos: la capacidad de tener un sentido de la justicia y la capacidad de adoptar una concepción del bien.

Recapitulando, el sentido de justicia es conformado por una concepción pública del término; el bien se refiere a la definición de los fines últimos que se desean alcanzar por sí mismos. De manera que dentro de ese sistema justo de cooperación social, existen ya lineamientos de ese sentido de justicia y su fin último se traduce como la paz mundial. En ese contexto, ¿es ejemplo EEUU del respeto al término de justicia? ¿Es realmente la paz lo que desea alcanzar EEUU mediante la democratización? ¿Será entonces el modelo democrático estadounidense el modelo a seguir?

No es casualidad que Fukuyama exprese como neoconservador la desconfianza por las instituciones supraestatales, aduciendo que al igual que los realistas no consideran que éstas sean capaces de disuadir una guerra…con entera razón!!!

Continuando con la desconfianza, los neoconservadores también la tienen respecto a los proyectos ambiciosos de ingeniería social, como lo fueron los programas de la Guerra a la Pobreza y de la Gran Sociedad implementados por Lyndon Johnson[9], por considerar al estilo de los liberales, la inconveniencia de la intervención del Estado en cuestiones sociales.

Paradójicamente, entre los logros de dicho gobierno se encuentra la Ley de Derechos Civiles (1964), la cual prohibió la discriminación racial en establecimientos públicos, asimismo la abolición de las cuotas por origen nacional dio fin a la discriminación permitiendo un gran aumento en el número de visas de inmigrante para los asiáticos, disposiciones que vendrían a favorecer a aquellos neocons que se identificaron por la discriminación en centros educativos con inmigrantes y a aquellos de origen asiático, como Fukuyama.

Pero para los años sesenta, a aquellos neocons “de izquierda” ahora posicionados profesionalmente, gracias a la apertura de oportunidades de la época, probablemente habían cambiado ya su identidad; no obstante, existe otra paradoja. Fukuyama, tras su razonamiento sobre la modernización en su obra “El fin de la historia”, admite su admiración por la sociedad norteamericana de los años sesenta en la que se observa una transición exitosa de la economía, la movilización de exigencias como participación política y el fortalecimiento de una clase media educada, exigente y reconocida, las cuales, no se podrá negar, son producto sino de la implementación de políticas públicas dignificantes e incluyentes consecuentes a un estado de bienestar.

Esto explica a su vez y en parte, el porqué pese al cambio de régimen no se logra la transición a la modernidad en países como Guatemala, puesto que prevalece el modelo de proyecto nacional excluyente, que impide la igualdad de oportunidades y de participación política, que conduzcan tan solo a experimentar las bondades de un estado benefactor.

Por último, se cuestiona si la inconformidad de los neocons frente a las políticas de bienestar respondían a los desordenes sociales que producía la intervención o bien a la imposibilidad de mantener un proyecto benefactor en detrimento de una guerra –Vietnam- de bajo impacto a su vez.

Para terminar solo se cita el principio número cuarto, por considerar que ya se ha abordado en el número dos: el esceptisismo acerca de la legitimidad y eficacia del derecho y las instituciones internacionales para aportar seguridad o justicia.

Pese a algunas incongruencias, la pregunta es ¿qué pasó con la posición ideológica original de izquierda que al final se posicionó más a la derecha? Se considera que como pensamiento crítico se fue posicionando sin rumbo frente a coyunturas políticas diferentes hasta encontrarse en el abismo de referente, alertando con ello lo peligroso de no revisar los valores ideológicos a la hora de la praxis, así como de carecer de referentes filosóficos, incluso utópicos al estilo de Habermas.

Tratando de encontrar asimetrías con el contexto nacional, se considera que siendo la sociedad estadounidense, de alguna manera, conservadora al igual que la guatemalteca, la única forma de acceder a las cúpulas de poder, es para algunos de izquierda, traicionando sus principios y alienándose al sistema –conciente o inconcientemente-.

[1] Irving Kristol, Seymour Martin Lipset, Philip Selznick, Nathan Glazar, entre otros.
[2] Marxistas, Trotskistas.
[3] Reingeniería Social: la Guerra a la Pobreza y el Programa de la Gran Sociedad, política pública implementada por Lyndon Johnson.
[4] SALT –Tratado para la Limitación de Armamento Estratégico-
[5] Realismo clásico
[6] “El estadounidense vive absorto en el miedo y la ignorancia más escandalosa. Pero tiene pistola.” Moor, Michael; Bowling for Columbine; largometraje documental; 2002
[7] Aguja, María; Tema II: Evolución Histórica de La Política Exterior de Guatemala; Actualidad de la Política Exterior de Guatemala; 2007.
[8] Casaus, Marta; García Teresa; Las redes intelectuales centroamericanas: un siglo de imaginarios nacionales; F&G editores; 2005.
[9] 37º Presidente de EEUU 1963-1969

miércoles, 1 de octubre de 2008

Método de Análisis

Para abordar el método de análisis del pensamiento de Fukuyama se hizo necesario hacer una revisión del contenido de sus obras publicadas; fue ese hilo conductor el que brindó una idea más clara de su visión y la maduración de su pensamiento.

En su última obra “América en la Encrucijada” (After the Neocons: 2007), así como en algunas entrevistas él mismo hace una revisión de su primera obra, no en el sentido conceptual, sino respecto a su interpretación. El comentario general que se dio a su contenido fue el de la exportación del modelo de democracia liberal como régimen universal tras el final de la guerra fría y el ansia de los pueblos por vivir en libertad. Sin embargo, Fukuyama expresa que el propósito de dicha obra era, en última instancia, un razonamiento sobre la modernización[1].

En función de lo anterior, Fukuyama expone que el principio de universalidad no se basa en la democracia liberal, la cual es solo un componente del fin último que sería el tránsito de las sociedades a la modernidad. Será el deseo de vivir la era moderna, lo que transformará a las sociedades. Para ello Fukuyama describe la sociedad moderna como aquella “con tecnología, elevados estándares de vida, atención sanitaria y acceso al mundo en general”[2]. Además la modernización implica una economía exitosa que tienda a movilizar exigencias de participación política creando una clase media capaz de exigir protección, educación y reconocimiento.

De manera que, el autor, reconoce que la transformación de hábitos, costumbres y convenciones entre determinada sociedad, se ven reflejados en sus instituciones política y, en su sentido más amplio, en el régimen[3]. Es así como se observa el punto de partida y la dirección que a partir de ello, toma el pensamiento de Fukuyama.

Se considera que Fukuyama se basa en la observancia de la sociedad norteamericana, como modelo representativo de sociedad que transita a la modernidad desde los años 60, identificando los problemas y desafíos que la misma enfrenta en el proceso.
Por ello, sus obras se traducen como una descripción de esos hallazgos, con intensión de ser un aporte a todas las sociedades que inevitablemente tendrán que enfrentarlos, a partir del paradigma universal de modernidad que él defiende.

En su siguiente obra -“Trust”: 1998-, se centra en cultura y economía. Fukuyama plantea cómo el principio de confianza que abarca más allá del círculo familiar en una sociedad ayuda al crecimiento económico. Bajo la lógica de la ciencia natural, expone cómo el ser humano en la búsqueda del reconocimiento social, a través de la religión, la justicia, el honor y el prestigio, no solo es recompensado económicamente, sino ayuda a establecer lazos de confianza.

Evidenciando así que el pensamiento liberal va de la mano con el crecimiento económico y a esto se le suma, la estabilidad. Fukuyama demuestra cómo en aquellos países donde la interacción humana se fundamenta en términos de confianza, se ahorran costos de operación, deviniendo una consecuente estabilidad económica. Es así como clasifica como sociedades de alta confianza: EEUU, Alemania y Japón, y sociedades de baja confianza: Italia, Francia, Korea y Taiwan.

Su libro “La Gran Ruptura” (The Great Disruption: human nature and the reconstitution of Social Order: 1999) trata sobre los problemas que una sociedad que transita de la era industrial, a la tecnológica, tiene que enfrentar. Mientras que la era industrial tendió a organizar los diferentes sectores en la sociedad; la tecnológica, observa, tiende a atomizar la sociedad, enfatizando el individualismo.

Su análisis se centra en el período de 1960-1990, de cuya etapa la primera década fue de valores sociales compartidos, mientras que a partir de los años setenta con la “revolución de derechos” se da inicio a la ruptura de ese orden social. La intervención correspondiente de políticas de bienestar, aduce, se manifiestan en el aumento del crimen, el declive de las relaciones interpersonales basadas en la confianza y la desintegración familiar. “Como resultado, el individualismo moral y la minimización de la comunidad”, dice.

“El último hombre” (Our posthuman future: 2002) se refiere a las consecuencias de la revolución tecnológica y la alteración de la naturaleza humana. Describe el determinismo biológico capaz modificar la conducta humana, manipular las emociones, prolongar la vida. La ingeniería genética se ocupa de fenómenos como la clonación y la utilización de psicofármacos.

De manera, que si la ciencia es capaz de transformar a la especie humana, aquellos derechos que se fundamentan como inherentes a la naturaleza del ser humano, serán cuestionados. Otra previsión será suponer que con una dotación genética superior, podría emerger una nueva clase dominante. El tema tiene como objeto avizorar los dilemas éticos que se tendrán que enfrentar al respecto.

“Antes de tener una democracia hay que tener un Estado fuerte”[4] es esta reflexión la que sustenta su libro “La Construcción del Estado: hacia un nuevo Orden Social del siglo XXI” (2004). Fukuyama incurre entonces en las características de un Estado moderno, necesario para la sustentar la sociedad moderna, la democracia liberal y el libre mercado.

Tras la experiencia del Estado benefactor intervencionista y paternalista del que surgen los defectos descritos en la gran ruptura de valores tradicionales, Fukuyama plantea su teoría de la fuerza y el alcance del Estado. Llegando a la definición que un Estado moderno debe concentrarse en tres capacidades básicas: seguridad, formulación de leyes y garantía de derechos de propiedad, lo que brindará el entramado sólido que sustente el mundo económico moderno.

¿Por qué Fukuyama se preocupa de analizar las condiciones necesarias para un Estado moderno, si Estados Unidos ya lo posee? Porque argumenta que la construcción del Estado es asunto relativo a la comunidad mundial, pues aquellos Estados débiles o fracasados causan en buena parte los problemas que enfrenta el mundo.

Tras esta breve descripción de sus obras se caracteriza a Fukuyama como un especialista entre democratización y política –económica- internacional, por ser en estos ámbitos en los que centra su método de análisis.


¿Democratización o Intervencionismo?

Fukuyama explica la posición política estadounidense bajo la creencia de que el poder de EEUU ha sido y puede ser utilizado con fines morales y de que el país debe seguir implicado en los asuntos internacionales[5]. Esta afirmación interpreta la concepción que pensadores norteamericanos tienen en cuanto al liderazgo estadounidense como un compromiso moral de compartir el éxito de su modelo político hegemónico, tras el fin de la guerra fría.

Sin embargo, explica Fukuyama, cómo la definición de la política exterior estadounidense aún no se encontraba dispuesta para finales de los noventa –puesto defunción del comunismo fue inesperada-. La implicación de los EEUU en el resto del mundo giraba en torno al fomento de la democracia y los derechos humanos.

Fue alrededor del año 2000 cuando el Partido Republicano formula un programa neoreganista que propone una “hegemonía benevolente”, cuyos objetivos eran:
- oponer resistencia y socavar a los dictadores que surjan y las ideologías hostiles, cuando sea posible
- apoyar los intereses norteamericanos y los principios democráticos liberales y
- prestar ayuda a quienes luchen contra las manifestaciones más extremas de la maldad humana

Los orígenes neoconservadores representados en el Partido Republicano estadounidense se avocan a los principios de Strauss que indicaban la importancia del cambio de régimen para evitar el resurgimiento de ideologías totalitarias. No obstante, Strauss acompaña esta conclusión apuntando que para cambiar el régimen es necesario modificar ciertos comportamientos y aún así el cambio se encuentra en dificultad de conseguirse.

Cabe recordar que Fukuyama señala que el contagio democrático no puede obrar imposibles en una sociedad dada; si no existen ciertas condiciones estructurales, cabe esperar la inestabilidad y los retrocesos[6]. Por otra parte, caracteriza a la democracia liberal por tres elementos fundamentales: economía de mercado, gobierno respresentativo y derechos jurídicos.

Pese a que Fukuyama parte de la segunda corriente neoconservadora que surge alrededor de los años sesenta, los antecedentes del pensamiento neoconservador inician su gestación en los años treinta, como una respuesta al contexto de la guerra fría y el surgimiento de movimientos insurgentes.

Por ello, se considera válido remontarse a los años que en Guatemala se gestan los gobiernos revolucionarios y que inician una reingeniería social basada en el crecimiento económico, propicio para la movilización político-participativa de las que surgen las instituciones y la reconfiguración del régimen, de acuerdo a los mismos postulados de Fukuyama.

Sin embargo, es conocido ampliamente cómo el gobierno de los EEUU conspira contra el gobierno arbenzista, en apoyo a la oligarquía guatemalteca, derrocándolo y instaurando en su lugar a su cómplice Carlos Castillo Armas. La conformación de un prometedor Estado fuerte basado también en derechos, fue postergado durante el período del 54 hasta el 86.

Si el rumbo del país iba acorde a la visión norteamericana de modernidad y democracia liberal. ¿Por qué truncarla? La respuesta, si más evidente, porque ello hay mucho en nuestra historia que lo explica y todo apunta a que para aquel país al aspiraciones altruistas “moralmente correctas” de compartir el modelo de democracia liberal, quedan relegadas al momento de priorizar, en su política exterior, la defensa de sus intereses.

Esto evidencia que bajo la bandera de “libertadores correctos”, EEUU insiste en cambiar el régimen en pro de la comunidad mundial, ocultando los motivos verdaderos de su interés. Esto se explica en palabras de Fukuyama fundar un nuevo orden político, es una tarea difícil, más aún para quienes no están inmersos en los hábitos, convenciones y tradiciones del pueblo para el que legislan[7].

En palabras de Tocqueville existe una gran diferencia entre la afirmación de una tendencia histórica, amplia y secular hacia la democracia y la creencia de que puede establecerse una democracia estable en cualquier momento y lugar[8].

De manera que al reconocer que el cambio exitoso de régimen es el resultado de algo como una religión cívica –como decía Platón- capaz de transformar modos de vida, hábitos y costumbres, para la construcción lenta y laboriosa de instituciones liberales y democráticas, la actuación de instauraciones de modelos democráticos en America Latina se traducen como la simple tarea negativa de desembarazarse del antiguo régimen y la complicidad, que para ello se obtuvo de los EEUU.

La amenaza se encuentra en que tras el fin de la guerra fría y la reconfiguración de la “hegemonía benevolente” de EEUU, la instauración de los regímenes democráticos se tornan en extremo obligados. Tal es la obligatoriedad moral que asume el liderazgo norteamericano que en su afán de guiar a Irak hacia una transición democrática, se subestimaron los costos, dice Fukuyama.

Para concluir se hace necesario apelar a la idea de Rawls de la posición original, quienes son entonces aquellos que formulan las reglas en el nuevo Orden Social del siglo XXI? ¿Son unívocos los Derechos Humanos y la Democracia Liberal como concepción política de la justicia universal? ¿Es posible un sistema justo de cooperación en la era de la tecnología? ¿Cuál es entonces la idea de los neoconservadores de una sociedad bien ordenada?

[1] Fukuyama, Francis; “América en la Encrucijada”; Ediciones B, S, A; Barcelona, 2007; pág. 65.
[2] Idem; pág. 66.
[3] Tocqueville; La Democracia en América.
[4] Fukuyama, Francis; “América en la Encrucijada”; Ediciones B, S, A; Barcelona, 2007; pág. 133.
[5] Fukuyama, Francis; “América en la Encrucijada”; Ediciones B, S, A; Barcelona, 2007; pág. 60.
[6] Fukuyama, Francis; “América en la Encrucijada”; Ediciones B, S, A; Barcelona, 2007; pág. 69.
[7] Fukuyama, Francis; “América en la Encrucijada”; Ediciones B, S, A; Barcelona, 2007; pág. 42.
[8] Tocqueville; La Democracia en América.