miércoles, 1 de octubre de 2008

Método de Análisis

Para abordar el método de análisis del pensamiento de Fukuyama se hizo necesario hacer una revisión del contenido de sus obras publicadas; fue ese hilo conductor el que brindó una idea más clara de su visión y la maduración de su pensamiento.

En su última obra “América en la Encrucijada” (After the Neocons: 2007), así como en algunas entrevistas él mismo hace una revisión de su primera obra, no en el sentido conceptual, sino respecto a su interpretación. El comentario general que se dio a su contenido fue el de la exportación del modelo de democracia liberal como régimen universal tras el final de la guerra fría y el ansia de los pueblos por vivir en libertad. Sin embargo, Fukuyama expresa que el propósito de dicha obra era, en última instancia, un razonamiento sobre la modernización[1].

En función de lo anterior, Fukuyama expone que el principio de universalidad no se basa en la democracia liberal, la cual es solo un componente del fin último que sería el tránsito de las sociedades a la modernidad. Será el deseo de vivir la era moderna, lo que transformará a las sociedades. Para ello Fukuyama describe la sociedad moderna como aquella “con tecnología, elevados estándares de vida, atención sanitaria y acceso al mundo en general”[2]. Además la modernización implica una economía exitosa que tienda a movilizar exigencias de participación política creando una clase media capaz de exigir protección, educación y reconocimiento.

De manera que, el autor, reconoce que la transformación de hábitos, costumbres y convenciones entre determinada sociedad, se ven reflejados en sus instituciones política y, en su sentido más amplio, en el régimen[3]. Es así como se observa el punto de partida y la dirección que a partir de ello, toma el pensamiento de Fukuyama.

Se considera que Fukuyama se basa en la observancia de la sociedad norteamericana, como modelo representativo de sociedad que transita a la modernidad desde los años 60, identificando los problemas y desafíos que la misma enfrenta en el proceso.
Por ello, sus obras se traducen como una descripción de esos hallazgos, con intensión de ser un aporte a todas las sociedades que inevitablemente tendrán que enfrentarlos, a partir del paradigma universal de modernidad que él defiende.

En su siguiente obra -“Trust”: 1998-, se centra en cultura y economía. Fukuyama plantea cómo el principio de confianza que abarca más allá del círculo familiar en una sociedad ayuda al crecimiento económico. Bajo la lógica de la ciencia natural, expone cómo el ser humano en la búsqueda del reconocimiento social, a través de la religión, la justicia, el honor y el prestigio, no solo es recompensado económicamente, sino ayuda a establecer lazos de confianza.

Evidenciando así que el pensamiento liberal va de la mano con el crecimiento económico y a esto se le suma, la estabilidad. Fukuyama demuestra cómo en aquellos países donde la interacción humana se fundamenta en términos de confianza, se ahorran costos de operación, deviniendo una consecuente estabilidad económica. Es así como clasifica como sociedades de alta confianza: EEUU, Alemania y Japón, y sociedades de baja confianza: Italia, Francia, Korea y Taiwan.

Su libro “La Gran Ruptura” (The Great Disruption: human nature and the reconstitution of Social Order: 1999) trata sobre los problemas que una sociedad que transita de la era industrial, a la tecnológica, tiene que enfrentar. Mientras que la era industrial tendió a organizar los diferentes sectores en la sociedad; la tecnológica, observa, tiende a atomizar la sociedad, enfatizando el individualismo.

Su análisis se centra en el período de 1960-1990, de cuya etapa la primera década fue de valores sociales compartidos, mientras que a partir de los años setenta con la “revolución de derechos” se da inicio a la ruptura de ese orden social. La intervención correspondiente de políticas de bienestar, aduce, se manifiestan en el aumento del crimen, el declive de las relaciones interpersonales basadas en la confianza y la desintegración familiar. “Como resultado, el individualismo moral y la minimización de la comunidad”, dice.

“El último hombre” (Our posthuman future: 2002) se refiere a las consecuencias de la revolución tecnológica y la alteración de la naturaleza humana. Describe el determinismo biológico capaz modificar la conducta humana, manipular las emociones, prolongar la vida. La ingeniería genética se ocupa de fenómenos como la clonación y la utilización de psicofármacos.

De manera, que si la ciencia es capaz de transformar a la especie humana, aquellos derechos que se fundamentan como inherentes a la naturaleza del ser humano, serán cuestionados. Otra previsión será suponer que con una dotación genética superior, podría emerger una nueva clase dominante. El tema tiene como objeto avizorar los dilemas éticos que se tendrán que enfrentar al respecto.

“Antes de tener una democracia hay que tener un Estado fuerte”[4] es esta reflexión la que sustenta su libro “La Construcción del Estado: hacia un nuevo Orden Social del siglo XXI” (2004). Fukuyama incurre entonces en las características de un Estado moderno, necesario para la sustentar la sociedad moderna, la democracia liberal y el libre mercado.

Tras la experiencia del Estado benefactor intervencionista y paternalista del que surgen los defectos descritos en la gran ruptura de valores tradicionales, Fukuyama plantea su teoría de la fuerza y el alcance del Estado. Llegando a la definición que un Estado moderno debe concentrarse en tres capacidades básicas: seguridad, formulación de leyes y garantía de derechos de propiedad, lo que brindará el entramado sólido que sustente el mundo económico moderno.

¿Por qué Fukuyama se preocupa de analizar las condiciones necesarias para un Estado moderno, si Estados Unidos ya lo posee? Porque argumenta que la construcción del Estado es asunto relativo a la comunidad mundial, pues aquellos Estados débiles o fracasados causan en buena parte los problemas que enfrenta el mundo.

Tras esta breve descripción de sus obras se caracteriza a Fukuyama como un especialista entre democratización y política –económica- internacional, por ser en estos ámbitos en los que centra su método de análisis.


¿Democratización o Intervencionismo?

Fukuyama explica la posición política estadounidense bajo la creencia de que el poder de EEUU ha sido y puede ser utilizado con fines morales y de que el país debe seguir implicado en los asuntos internacionales[5]. Esta afirmación interpreta la concepción que pensadores norteamericanos tienen en cuanto al liderazgo estadounidense como un compromiso moral de compartir el éxito de su modelo político hegemónico, tras el fin de la guerra fría.

Sin embargo, explica Fukuyama, cómo la definición de la política exterior estadounidense aún no se encontraba dispuesta para finales de los noventa –puesto defunción del comunismo fue inesperada-. La implicación de los EEUU en el resto del mundo giraba en torno al fomento de la democracia y los derechos humanos.

Fue alrededor del año 2000 cuando el Partido Republicano formula un programa neoreganista que propone una “hegemonía benevolente”, cuyos objetivos eran:
- oponer resistencia y socavar a los dictadores que surjan y las ideologías hostiles, cuando sea posible
- apoyar los intereses norteamericanos y los principios democráticos liberales y
- prestar ayuda a quienes luchen contra las manifestaciones más extremas de la maldad humana

Los orígenes neoconservadores representados en el Partido Republicano estadounidense se avocan a los principios de Strauss que indicaban la importancia del cambio de régimen para evitar el resurgimiento de ideologías totalitarias. No obstante, Strauss acompaña esta conclusión apuntando que para cambiar el régimen es necesario modificar ciertos comportamientos y aún así el cambio se encuentra en dificultad de conseguirse.

Cabe recordar que Fukuyama señala que el contagio democrático no puede obrar imposibles en una sociedad dada; si no existen ciertas condiciones estructurales, cabe esperar la inestabilidad y los retrocesos[6]. Por otra parte, caracteriza a la democracia liberal por tres elementos fundamentales: economía de mercado, gobierno respresentativo y derechos jurídicos.

Pese a que Fukuyama parte de la segunda corriente neoconservadora que surge alrededor de los años sesenta, los antecedentes del pensamiento neoconservador inician su gestación en los años treinta, como una respuesta al contexto de la guerra fría y el surgimiento de movimientos insurgentes.

Por ello, se considera válido remontarse a los años que en Guatemala se gestan los gobiernos revolucionarios y que inician una reingeniería social basada en el crecimiento económico, propicio para la movilización político-participativa de las que surgen las instituciones y la reconfiguración del régimen, de acuerdo a los mismos postulados de Fukuyama.

Sin embargo, es conocido ampliamente cómo el gobierno de los EEUU conspira contra el gobierno arbenzista, en apoyo a la oligarquía guatemalteca, derrocándolo y instaurando en su lugar a su cómplice Carlos Castillo Armas. La conformación de un prometedor Estado fuerte basado también en derechos, fue postergado durante el período del 54 hasta el 86.

Si el rumbo del país iba acorde a la visión norteamericana de modernidad y democracia liberal. ¿Por qué truncarla? La respuesta, si más evidente, porque ello hay mucho en nuestra historia que lo explica y todo apunta a que para aquel país al aspiraciones altruistas “moralmente correctas” de compartir el modelo de democracia liberal, quedan relegadas al momento de priorizar, en su política exterior, la defensa de sus intereses.

Esto evidencia que bajo la bandera de “libertadores correctos”, EEUU insiste en cambiar el régimen en pro de la comunidad mundial, ocultando los motivos verdaderos de su interés. Esto se explica en palabras de Fukuyama fundar un nuevo orden político, es una tarea difícil, más aún para quienes no están inmersos en los hábitos, convenciones y tradiciones del pueblo para el que legislan[7].

En palabras de Tocqueville existe una gran diferencia entre la afirmación de una tendencia histórica, amplia y secular hacia la democracia y la creencia de que puede establecerse una democracia estable en cualquier momento y lugar[8].

De manera que al reconocer que el cambio exitoso de régimen es el resultado de algo como una religión cívica –como decía Platón- capaz de transformar modos de vida, hábitos y costumbres, para la construcción lenta y laboriosa de instituciones liberales y democráticas, la actuación de instauraciones de modelos democráticos en America Latina se traducen como la simple tarea negativa de desembarazarse del antiguo régimen y la complicidad, que para ello se obtuvo de los EEUU.

La amenaza se encuentra en que tras el fin de la guerra fría y la reconfiguración de la “hegemonía benevolente” de EEUU, la instauración de los regímenes democráticos se tornan en extremo obligados. Tal es la obligatoriedad moral que asume el liderazgo norteamericano que en su afán de guiar a Irak hacia una transición democrática, se subestimaron los costos, dice Fukuyama.

Para concluir se hace necesario apelar a la idea de Rawls de la posición original, quienes son entonces aquellos que formulan las reglas en el nuevo Orden Social del siglo XXI? ¿Son unívocos los Derechos Humanos y la Democracia Liberal como concepción política de la justicia universal? ¿Es posible un sistema justo de cooperación en la era de la tecnología? ¿Cuál es entonces la idea de los neoconservadores de una sociedad bien ordenada?

[1] Fukuyama, Francis; “América en la Encrucijada”; Ediciones B, S, A; Barcelona, 2007; pág. 65.
[2] Idem; pág. 66.
[3] Tocqueville; La Democracia en América.
[4] Fukuyama, Francis; “América en la Encrucijada”; Ediciones B, S, A; Barcelona, 2007; pág. 133.
[5] Fukuyama, Francis; “América en la Encrucijada”; Ediciones B, S, A; Barcelona, 2007; pág. 60.
[6] Fukuyama, Francis; “América en la Encrucijada”; Ediciones B, S, A; Barcelona, 2007; pág. 69.
[7] Fukuyama, Francis; “América en la Encrucijada”; Ediciones B, S, A; Barcelona, 2007; pág. 42.
[8] Tocqueville; La Democracia en América.

2 comentarios:

J Pérez dijo...

Pues sobre lo leido, me quedarían tres impresiones: Primero, la pocisión en que quedaría fukuyama al afirmar que los EEUU viven (vivian) un capitalismo de confianza junto a los paises desarrollados...bueno, basta decir que el cambio de partido dentro del gobierno (además de IRAK) sepulto tal argumento. Segundo, la concepción ultra hegemonica de su pensamiento...casi viendo mesianicamente a los EEUU...que conduce a mi tercer impresión: La enorme carga "valorativa" y "moral" de la sociedad dentro delpensamiento neoconservador. Que pena que se haga polìtica desde lo que ellos creen que es lo más adecudado...y lo peor, que legitimen genocidio y derrocamientos democráticos o legitimos bajo tales valoraciones. Como no va reforzar este tipo de pensadores nuestro pensamiento "antimperialista", a pesar de lo "panfletero" que peyorativamente se tacha al termino.

A.I dijo...

Fukuyama al igual que otros muchos neoconservadores creía que
EEUU es el elegido para expander su modo de vida e ideologías al resto del mundo. Esta creencia ha provocado que exista un intervencionismo estadounidense en los asuntos de otros países justificado de esa manera. Actualmente es cuestionable si su modelo político ha sido existoso o si han tenido suerte en no encontrarse con mayor frecuencia como la gran depresión de los años 20 y la crisis actual.